La porcelana Imari lleva ese nombre gracias al puerto en Japón desde donde eran embarcadas este tipo de cerámicas hacia Nagasaki, el puerto mercantil abierto al comercio internacional desde donde eran exportadas a Europa en la era pre-Meiji (1868-1912). El estilo Imari, con sus característicos colores azul, rojo y pintura dorada sobre blanca porcelana, se fabricó en al menos 12 hornos, variando en calidad y formas. Respondiendo a gustos extranjeros y locales, la porcelana Imari –junto con la porcelana Satsuma– se convirtió en un estilo cuantiosamente exportado a fines del siglo XIX. Los compradores extranjeros de fines del siglo XIX reconocían en las artesanías japonesas una belleza dada por su “naturalidad”, alto grado de perfección y buen gusto.