El Viaje a Asia

El mundo a fines del siglo XIX, vivía una época de transición industrial, donde los barcos a vapor y ferrocarriles, se turnaban con otros medios de transporte como carruajes, sobre el lomo de animales y a pie. 

La ruta a Asia, comienza en el puerto de Valparaíso en 1880, cuando Pedro Del Río decide emprender un viaje hacia la lejanía, hacia la aventura y el peligro, queriendo olvidar los dolores de una tragedia familiar. 

Planea un viaje de circunvalación al globo, un recorrido alrededor del mundo, por lo que Japón, China, Singapur, Indonesia, Sri Lanka, India y Medio Oriente eran parte del trayecto.

El plan original contemplaba bordear la costa del Pacífico por el norte hasta San Francisco, Estados Unidos, pero se vio inmediatamente alterado al encontrarse en la ciudad de Arica con la Guerra del Pacífico (1879-1883). Su espíritu patriótico no lo desvió de su búsqueda personal e introspectiva y decide proseguir con su recorrido por el mundo, trazando una nueva ruta que lo lleva de regreso por la costa pacífica al sur, hasta el Estrecho de Magallanes, para continuar por el Océano Atlántico hacia el norte. 

Por la Costa Este de América, conoce Argentina, Brasil, El Caribe, Estados Unidos y Canadá. Desembarca en el puerto de Nueva York y atraviesa Norteamérica en ferrocarril hasta el puerto de San Francisco, donde retoma su plan original de navegar el océano en dirección a Asia Pacífico. 

Zarpa en un barco a vapor transoceánico, el “S.S. City of Tokio”, que lo llevaría a Japón.  Los primeros días de enero de 1881 desembarca en un Japón Imperial, que se había consolidado como potencia mundial y se encontraba en planes de expansión, abierto al comercio internacional y en vías de industrialización. 

Unos días después de partir de Kobe, Japón, Pedro Del Río cruzó el mar de la China al encuentro con un antiguo imperio. La Dinastía Qing (1644-1911) aún reinaba en la Ciudad Prohibida de Beijing y en el trono, la emperatriz viuda Cixi (1835-1908), ejercía el poder de facto. La menguante Dinastía Manchú intentaba gobernar a los cada vez más poderosos y desmembrados líderes regionales, a la vez que enfrentaba fuertes presiones extranjeras.

Desembarca en los puertos de Shangai, Hong Kong, Cantón (hoy Guangzhou) y Macao, puertos principales del sur de China, ciudades-puertos que fueron construidas con influencia cultural de las colonias europeas que allí operaban. A pie o en rickshaw, vehículo a tracción humana, recorrió anchas avenidas de los barrios influenciados por la arquitectura europea y, por supuesto, las angostas calles de los barrios chinos que podían brindarle nuevos tesoros, en sus palabras: el museo “me tira”, me fascina, como las numerosas tiendas de curiosidades, donde, a pesar de las protestas y bromas de mis dos compañeros, hago buena provisión para aumentar el de Hualpén. 

Antes de partir, Pedro Del Río ya había expresado su intención de formar una colección de monedas y periódicos de todos los lugares que visitara durante este primer viaje. Y así lo hizo, agregando cuentas de hoteles, menús y todo tipo de muebles y objetos, que se acumulaban en baúles que lo acompañaron hasta su regreso, dando origen a la colección del museo. Sólo en el primer viaje, visitó casi trescientas ciudades y poblados en las más diversas latitudes. 

Se conserva un programa de Ópera China a la que asistió en Shanghái; una caligrafía en brillante papel rojo que nos muestra el contacto que tuvo con la cultura local, una mirada del viajero coleccionista que no solo buscaba objetos sino también experiencias.

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